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Un cuento para afrontar la separación

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La bicicleta y la muleta

Hoy quiero compartir un cuento del libro “A ti te cuento” de Viki Morandeira dónde hace referencia a los diferentes accidentes que sufrimos en la vida aplicable a los accidentes que producen dolor en el corazón.

Tres amigos, que se llevaban muy bien, que eran inseparables, un día, tuvieron la genial idea de comprarse una bicicleta de tándem, de esas que van unidas una a la otra.

Bicicleta arriba, bicicleta abajo, al principio fueron bien, pero pasadas unas horas, y acusando el cansancio, uno de ellos equivocó la pedaleada y terminaron los tres en el suelo. Con tan mala suerte, que cada uno de ellos se rompió una pierna.

¡Qué cabreo se llevaron! Uno le empezó a echar la culpa al otro, y ese al otro, tanto fue así, que dejaron de hablarse. Llamaron cada uno a su familia y se fueron cada uno a un hospital distinto. Al primero, le vendaron su pierna, y le dieron a elegir si quería muletas, silla de ruedas, o quedarse en la cama. Este primero dijo que las muletas no servían para nada, porque aún así tendría que apoyar la pierna y al final podría incluso volver a caer. Tampoco quiso la silla de ruedas, dijo que eso era para quejicas, para cómodos y vagos. Por lo que decidió quedarse en la cama, mientras se curaba.

El segundo de los amigos, quería quedarse en cama, pero en el hospital no había camas, y entonces le ofrecieron una silla de ruedas, y se acostumbró a ir así, en la silla de ruedas. No tenía que apoyarse en la pierna, no le dolía, pero así, no era capaz de ir por su cuenta a muchos lugares, sobre todo, donde había escaleras y demás barreras arquitectónicas que le impedían llegar.

El tercero de los amigos, quería seguir caminando, quería seguir llegando a los sitios por su cuenta, y en primer lugar rechazó la opción de quedarse en cama. La vida seguía en marcha, y él quería continuar, a pesar de su pierna rota. También le ofrecieron la silla de ruedas, pero en lugar de verla como una ventaja, opinaba que era un impedimento más, y finalmente, luego de pensarlo, aceptó que la mejor opción para él eran las muletas. Mientras iba caminando, pasito a pasito, su pierna se iría fortaleciendo, podría seguir con sus proyectos, con su vida, y las muletas serían un buen apoyo ya que una vez sanada la pierna, estaría fuerte y con confianza para seguir adelante.

¿Sabes quién se curó antes?

El que estaba en cama, tuvo que pasar varios meses en rehabilitación, para volver a fortalecer sus músculos. El que estuvo en la silla de ruedas, tuvo tanto acumulado para hacer, por la imposibilidad de ir en silla de ruedas, que tuvo que pedir un mes más de baja para solucionar todas las tareas atrasadas. Y nuestro amigo, el de las muletas, tuvo la suerte de ir fortaleciéndose mientras las usaba, y también pudo ir haciendo todo lo que necesitaba hacer, por lo que no tuvo que ir ni a rehabilitación ni tenía tareas pendientes cuando le quitaron el yeso. ¿Y tú, qué elegirías?

Cuando pasamos por una separación, quedarse en la cama implica rendirse al dolor, aislarnos con nuestra propia desgracia y sin hacer nada para solucionar la situación.

Optar por la silla de ruedas implica dejarnos llevar, es decir, que sean otros los que dirijan nuestra vida. Dejamos de intentar nada y por eso nos quedamos estancadas arriesgándonos a perder la confianza en nosotras.

Por último las muletas implica buscar la ayuda adecuada, es decir apoyarnos en el terapeuta, en la amiga, en el familiar… cómo un punto de apoyo en ningún caso pretendiendo que lo hagan todo por nosotras.

Un cuento para afrontar la separación nos lleva a asumir que hay algunos pasos que nosotras debemos dar, y contar con esa persona-muleta, hará que recuperemos la confianza, la fuerza y la seguridad mucho antes de lo que esperábamos.

 

Avelina Alonso

info@asociacionnoestassola.com



Asociación No Estás Sola, ayuda a mujeres separadas y divorciadas.


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